martes, 9 de octubre de 2012

Relato III: Grulla de papel

El cielo estaba cubierto por algunas nubes, pero no parecía que fuese a llover. Menos mal, porque mi paraguas se había quedado en casa. 

Estaba sentada en la parada del bus, esperando a que éste llegase, mientras contemplaba a la gente pasar. Odiaba las mañanas por la expresión de la gente, nadie sonríe por la calle tan temprano. El ambiente general es de tristeza y abatimiento.

Una señora pasó cerca de mí, paseando a un perro. El animal, se acercó a mí, con intención de que le acariciase, pero la señora tiró de él sin dignarse a mirarme siquiera, apartándolo de mí. 

Siguiente persona, un empresario con traje que caminaba con prisas. Al pasar junto a mí, me pisó, pero no se paró a disculparse aunque escuchó perfectamente mí "ay" de dolor.

Por la mañana nadie tiene ganas de ser amable. O tal vez no es solo por la mañana, tal vez el mundo se está volviendo triste y las sonrisas se están extinguiendo.

Llegó el bus y paró frente a mí. Las puertas se abrieron con un ligero ruido y entré.

-Buenos días.-le dije al conductor con una sonrisa, al pagar el billete.

No respondió, se limitó a darme el ticket.

El bus estaba prácticamente vacío, solo un par de señoras al fondo, una mujer joven y un adolescente. Me dejé caer en un asiento al lado de una ventana y miré a través del cristal mientras el vehículo se ponía en marcha.

Solo vi más caras serias al contemplar por la ventanilla. El frío de la mañana parecía consumir lentamente a la gente, deprimiendoles, quitándoles las sonrisas.

Jugueteé con el ticket un rato y después, empecé a doblarlo. Primero un cuadrado. Un triángulo. Una especie de cometa. Y al final, por fin, terminé una grulla de papel.

Había hecho decenas de esas, y siempre se las daba a alguien. ¿A quién podía entregarle esta? Lo supe en seguida. 

Cuando el bus paró, me di cuenta de que era la parada anterior a la mía, así que me levanté para acercarme a la puerta. Entraron una mujer con su hijo y se fueron desplazando por el bus. El niño fue a sentarse al sitio en el que yo había estado.

Lo último que vi antes de bajar del vehículo, fue al niño coger la grulla que había colocado en la ventana y sonreír. 

Tal vez el mundo lo único que necesitaba era gente que quisiese sacarles sonrisas a los demás. 

10 comentarios:

  1. Por algún motivo yo también tenía pensado escribir un relato que ocurriese en una autobús, el viaje, en general, me has leíste la mente.
    Precioso relato.

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  2. Miyuki, me ganaste, quería comentar primera, jiji.

    Y tú sentimientos, me persigues cada mañana cuando voy en bus al instituto?! ( es broma ! )Esque acabas de describir todo lo que me ha pasado desde que empecé a ir en bus! Aunque no sé hacer gruyas de papel... :D

    Me gustó mucho el relato, totalmente identificada! Besos :3

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    1. Jajaja Yo también voy cada mañana en bus al instituto, y siempre hago grullas de papel para dejarlas allí.
      Me alegro de que te haya gustado ^^

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  3. waa hermosooo
    hasta iva imaginando el relato
    adoro como lo escribes .. sencillo
    y lindo n__n

    aahhs me voy jojo
    besos :3

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  4. Nos ha encantado, qué bonito *-*
    Escribes genial.
    Besicos.

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